miércoles, 23 de noviembre de 2011

1Q84- HARUKI MURAKAMI



En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984. En ese mundo en apariencia normal y reconocible se mueven Aomame, una mujer independiente, instructora en un gimnasio, y Tengo, un profesor de matemáticas. Ambos rondan los treinta años, ambos llevan vidas solitarias y ambos perciben a su modo leves desajustes en su entorno, que los conducirán de manera inexorable a un destino común. Y ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; el anodino Tengo, un aspirante a novelista al que su editor ha encargado un trabajo relacionado con La crisálida del aire, una enigmática obra dictada por una esquiva adolescente. Y, como telón de fondo de la historia, el universo de las sectas religiosas, el maltrato y la corrupción, un universo enrarecido que el narrador escarba con precisión orwelliana.

domingo, 20 de noviembre de 2011

LA SUBASTA DEL LOTE 49, DE THOMAS PYNCHON

              Tenía dos opciones a la hora de hablaros de  este pequeño libro que acabo de terminar. La primera opción era un texto en el que no  decía  absolutamente nada (¿es eso un texto?) y que por toda información sólo contenía una fotografía de  la portada del libro en la  edición que yo he  leído. He descartado ese camino ya  que era  injusto con un libro que me ha parecido una absoluta obra maestra. La segunda opción era una enorme disertación acerca de las bondades literarias del señor Thomas Pynchon y la importancia que este libro en concreto tiene para narraciones posteriores (de David Foster Wallace a Jonathan Franzen, pasando por Don DeLillo). No me apetece disertar. Así, descartadas las dos únicas opciones, me veo obligado a hacer un híbrido, con lo que  eso demuestra mi absoluta incompetencia a la hora de  encontrar palabras para describir semejante novela.



            “Pues ahora era como caminar por el mapa de la memoria de un ordenador gigantesco, los ceros y los unos hermanados en lo alto, colgando como esculturas móviles en equilibrio por la derecha y por la izquierda, tupidos por delante, infinitos tal vez. Detrás de las crípticas callejuelas habría o un significado trascendente o sólo la tierra.” Edipa Maas, la protagonista de La subasta del lote 49, llega a esta conclusión ya al final del libro, al final de la historia que Thomas Pynchon ha ideado para ella. Sabedora de que está en medio de un relato que ni ella ni el lector son capaces de comprender en toda su magnitud, sólo le queda la seguridad de que  es el autor (Pynchon) el que sabe lo que está haciendo. Pero este sistema binario que Pynchon/Edipa nos plantea es mucho más trascendente. La literatura, el relato, la narración, la Historia, sólo puede ser real o falsa, trascendente o intrascendente, coherente o paranoica.



            Sería un iluso si pretendiera narrar (a modo de sinopsis) la trama (entendida como suceso de hechos) de La subasta del lote 49. Sería un iluso y además haría muy poca justicia a un libro (y a un autor) al que hay que entrar completamente vírgenes de prejuicios y dispuestos a zambullirse en el universo pynchoniano, dispuestos a traspasar el espejo como Alicia. Sólo nos queda abrir los ojos y disfrutar (o no) con una de las prosas más brillantes de finales del siglo XX, con una de las mentes más imaginativas del panorama literario contemporáneo, con uno de los libros más endiabladamente divertidos y crípticos de la narrativa norteamericana. Eso, ni más ni menos, es todo lo que nos ofrece Pynchon: un baño de buena literatura.



P.D.: Nada o casi nada se sabe de un autor que ha hecho del anonimato y la ocultación su marca de identidad. Un par de fotos y el descaro de mandar a un payaso a recoger un prestigioso premio literario. Por eso cuando dicen que Pynchon es uno de los eternos candidatos al Premio Nobel de Literatura me cuesta imaginar una ceremonia más divertida.

domingo, 13 de noviembre de 2011

A SANGRE FRÍA, DE TRUMAN CAPOTE

           “- ¡Oh, no tiene por qué preocuparse, señora!- dijo el granjero- En este momento esos dos nos tienen más miedo del que les podamos tener nosotros.” (A sangre fría, de Truman Capote)
                Holcomb, Kansas, noviembre de 1959. Cuatro miembros de la familia Clutter son asesinados sin más motivo aparente que  el mero hecho de quitarles la vida. Sobre esta sencilla premisa, que en cualquier diario no hubiera ocupado más que un cuarto de página en la sección de sucesos, el escritor Truman Capote construye uno de los edificios literarios más asombrosos de la literatura norteamericana contemporánea. Utilizando recursos más propios del periodismo de investigación que de la literatura, Capote reconstruye paso a paso todo lo acontecido desde el día antes del asesinato hasta el desenlace final de la sentencia (no diré nada más). Sin embargo, si el autor sólo hubiera hecho eso, A sangre fría no sería la obra maestra que es hoy. Capote reconstruye, sí, pero sobre todo disecciona cual forense toda una forma de pensar, actuar, opinar y enjuiciar por parte de los habitantes de Holcomb.

                Dividida en cuatro grandes bloques (“Los últimos que les vieron con vida”, “Personas desconocidas”, “Respuesta” y “El rincón”) A sangre fría es a veces más importante por lo que calla que por lo que expresamente dice.  Tras la aparente objetividad que imprime a toda la obra, Truman Capote dispone las piezas del rompecabezas de tal forma que es imposible desconocer la propia opinión del autor sobre los hechos que narra. Y ahí es donde está la mano maestra de un autor que sabe jugar sus fichas como nadie. No le hace falta hacer ningún discurso sobre lo sucedido, ya que son los propios habitantes de Holcomb y los propios hechos narrados los que terminan quedando en evidencia.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Suite francesa



Suite francesa es ante todo una novela autobiográfica. La autora cuenta de manera magistral los días previos a la invasión alemana, y el éxodo de miles y miles de parisinos que incrédulos dejan tras de sí todo. Estamos en la Segunda Guerra Mundial. A medida que los alemanes van avanzando por todo el país, Irène Némirovsky describe con acierto, como el orden social establecido se desmorona, para dar paso a una de las épocas más terribles de la historia europea.

La novela se ideó en cinco partes, sin embargo, la escritora -detenida por los gendarmes franceses el 13 de julio de 1942 y enviada a Auschwitz, donde murió asesinada el 17 de agosto-, sólo tuvo tiempo de escribir dos:

- Tempestad en junio. Se centra en el éxodo de la población francesa, en su huída a pie y en coche de París. En las artimañas para conseguir comida, cama, gasolina. Personajes de toda condición unidos por su lucha por la supervivencia en un mundo que ya no reconocen como suyo.

- Dolce. Habla de la ocupación de un pueblo francés por parte de un regimiento alemán, y de como cambia la vida de sus habitantes con su llegada. Los sentimientos contradictorios tanto de los ocupantes como de los ocupados se desvelan de forma magistral. El colaboracionismo, las delaciones, y las historias de amor que surgen entre ambos bandos centran esta segunda parte.

Irène Némirovsky pertenecía a una acaudalada familia judía de Ucrania que huyó de Rusia en la revolución de 1917 y se estableció en París en 1919. Su educación fue exquisita, pero sufrió la soledad en su niñez. Obtuvo la licenciatura de Letras en la Sorbona y publicó su primera novela, David Golder en 1919. Muy pronto se convirtió en una escritora de gran prestigio en Francia.

Escribía en francés -la aristocracia y burguesía rusa usaba el francés como lengua de distinción- aprendido de su aya en la niñez- pero además hablaba con fluidez: ruso, polaco, inglés, vasco y finlandés y entendía yidis.

Me impactó la lucidez de la autora, la ausencia de autocomplacencia, su certeza de que no iba a sobrevivir a ese tiempo que le tocó vivir, predecir que su obra sería póstuma. Su lucha por asegurarles un futuro a sus dos hijas. Su clarividencia en contraste absoluto con la falsa realidad en la que vivió su marido, Michel Epstein, quién también fue deportado y asesinado en Auschwitz.

viernes, 11 de noviembre de 2011

La nieta del señor Linh





Esta pequeña novela me pareció muy tierna y digo pequeña por la brevedad, no por su contenido ya que me pareció sorprendente y precioso. En ella se nos cuenta la historia de un anciano oriental que se ve obligado a exiliarse de su país a causa de la guerra. LLega a un país desarrollado, como muchos refugiados más, del que desconoce su lengua y sus costumbres y sin más compañía que la de su nieta. Novela que invita a la reflexión y que se ha de leer atento a los pequeños detalles, para llegar a un final inesperado.

La ternura de los lobos



La novela es una historia enmarcada en el árido territorio de la vida de los pioneros americanos. Es la primera obra de su autora y me sorprendió como iba evolucionando hacia una novela negra y de viajes. Soy una apasionada del género negro, y de la literatura escrita por mujeres, pero no os preocupéis, que no os hablaré de ello. En este libro se descubren muchas cosas sorprendentes acerca de la vida en territorios remotos, tema que también me interesa.  

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dar la vida y el alma

Hace mucho tiempo,leí esta novela.La guardo en mi corazón. Os cuento la historia.
En la noche de bodas, Amelia es abandonada por su marido en un lujoso hotel de París, con un camisón por todo equipaje. Nadie entiende por qué ella no quiere anular el matrimonio... Muchos años después, una novelista se obsesiona con la historia de Amelia y decide escribirla, convencida de que en aquellos hechos del pasado está la clave que le permitirá entender su propia trayectoria sentimental. En un relato donde confluyen dos obsesiones y dos formas de vivir en amor y el olvido.  Ésta es,para mí, la mejor novela de Marina Mayoral.

lunes, 7 de noviembre de 2011

EL CORAZÓN HELADO, DE ALMUDENA GRANDES

                La mayor virtud es también el mayor defecto de este libro: su extensión. Es su mayor virtud porque Almudena Grandes consigue que el lector (al menos este lector, claro) siga con interés el largo recorrido histórico que nos plantea. Es su mayor defecto porque en ese largo recorrido histórico el lector (al menos este lector, claro) tiene una sensación muy rara: a pesar de lo bien escrita que está, a pesar de la capacidad de Grandes para mantener la tensión, sobran páginas. La historia de El corazón helado ganaría muchos enteros aligerando de alguna manera sus páginas. Es como si Almudena Grandes se hubiera planteado desde el principio que El corazón helado debía tener esa cantidad de páginas, y eso se nota. Se nota en la lentitud con la que transcurren ciertas escenas, en la a veces exasperante forma de hablar de ciertos personajes, en el excesivamente dilatado final. ¿Quiere decir eso que no me ha gustado? No, la novela me ha gustado, y mucho. ¿Quiere decir entonces que está mal escrita? Ni mucho menos. La novela está maravillosamente bien escrita, y la autora se aprovecha de su buen, excelente, pulso narrativo como arma para saber que es capaz de estirar el tiempo. Pero Grandes no es Tolstoi, ni Victor Hugo, ni su admirado Galdós.

           



              Almudena Grandes nos habla en esta novela de cosas muy importantes, de cosas muy actuales: la necesidad que tiene este país de ajustar cuentas con su memoria histórica, de hacer justicia con tantas personas a las que nos les hemos dado ni las gracias, de equilibrar una balanza que está desequilibrada desde hace demasiados años. Habla también de generaciones: de nuestros abuelos que vieron sus vidas marcadas por una guerra y, muchos de ellos, como mi abuelo, por una derrota que no merecían; de nuestros padres, que vivieron una dictadura y unos años grises, de silencios y miedo; de nosotros, sus nietos, que intentamos recuperar esas voces y hacer algo de justicia, contar lo que fueron, lo que se jugaron, lo que perdieron y lo que nunca nadie les ha reconocido. Por todo eso, gracias Almudena Grandes por escribir esta novela.